VĂ las ratas jugando en los andenes, hermanos muertos de hambre arriba de los trenes. La gente habla tanto que no se entiende, la gente mira tanto que no se ve.
La parca me sigue a todos lados, aunque me vaya al sol, la sombra está a mi lado. Y ya no quiero seguir huyendo, igual desde que nacà que me estoy muriendo.
Dicen que debĂ guardar todo lo que me dieron y que no debĂ dar lo que me pidieron, pero no me arrepiento de haber vivido caminando en el invierno con poco abrigo.
He corrido sin mirar que habĂa en el piso, he caĂdo por no saber bien lo que piso. Pero nadie podrá cortarme las alas, nadie me hará pensar si el corazĂłn llama.